“El sufrimiento es la falta de Dios”
Mis padres se prometieron en la gruta de Lourdes y mi hermano pequeño tiene síndrome de Down, estos dos grandes acontecimientos de mi vida (que no he elegido) hacen que tenga una conexión especial con esta peregrinación, tanto por el lugar como por la discapacidad. Desde mi primer día en Lourdes me sentí como en casa, y no solo eso, si no que pude reconocer la presencia de la Virgen y eso fue lo que más me atrajo del viaje y lo que me hizo tener la certeza de que ese lugar es distinto a cualquier otro. Todos los que vamos allí podemos decir que durante esos días tenemos una forma de querer y de servir muy diferente a como lo podemos hacer en nuestro día a día, y todo esto confirma que ese lugar es especial.
El primer año que fuí a Lourdes supe que no sería mi última vez, y así ha sido, y espero que la Virgen me siga concediendo este regalo muchos años más. Al estar en contacto con los más vulnerables me enamoré del arte del cuidado, de tal forma que después de mi primer año como hospitalaria decidí estudiar enfermería y luego psicología.
Desde pequeña, pero sobre todo a medida que voy madurando y dando voz a quién soy y a quién quiero ser, me he dado cuenta de que el sufrimiento humano (ya sea físico, mental o espiritual) me interpela de una forma especial. Ver a alguien que sufre no me paraliza o me da miedo, sino que con la gracia del Espíritu Santo puedo ver más allá de los prejuicios o partes negativas y entender que el dolor humano es un canal muy poderoso por el que Dios empapa la vida de los seres humanos. Y no hay mejor sitio que Lourdes para unir de una forma especial, por medio de la Virgen, el sufrimiento humano con Dios.
En esta peregrinación gracias a las personas que he tenido el privilegio de cuidar, he podido ver que el sufrimiento no viene de una limitación física o mental, sino de la falta de Dios. Por eso este año la Virgen me ha enseñado que tenemos que pedir menos por nuestras preocupaciones y empezar a pedir más que nos dé fe, esperanza y caridad, y solo así podremos entender lo que no entendemos y vivir como estamos llamados a hacerlo.
Jesús vino a traer vida y vida en abundancia, y nuestra batalla en la tierra no solo consiste en abrazar nuestra cruz, sino tambien en hacer más llevaderas las del resto, ser un poco cirineo. Y eso es para mí Lourdes un sitio en donde todos somos cirineos de todos. Porque, en realidad, ¿quién ayuda a quién?
Este año he podido consagrarme a la Virgen de Lourdes, para a mí esto ha significado poder confirmar, más allá de las palabras, que quiero vivir siendo esclava de la Esclava. Y solo así podré ser la esclava de Él. Aspirar a solo depender de Dios es lo que nos va a llevar a ser libres y felices.
Todo lo que he vivido estos cinco años y el abrazo tan grande que me da la Virgen en cada peregrinación es algo que lucharé por llevar presente en mi corazón todos los días, y aquellos momentos en los que se me olvide (porque los habrá) soy consciente de que es nuestra Madre y me seguirá queriendo igual y lucharé por volver a colocarla en el centro de mi vida como mi intercesora con Dios.
Es una verdad que en Lourdes se respira un ambiente distinto al de cualquier otro sitio y es un regalo haber podido estar ahí un año más. Gracias de corazón.
17 de Octubre 2022